XBOX

¿Los mayores obstáculos de la FIFA? Thomas Müller, el fútbol feo y túel 24 de agosto de 2020 a las 5:23 Eurogamer.net

El pasado domingo, la temporada de fútbol 2019/20, encurtida y zombificada más allá de su vencimiento natural, finalmente llegó a su fin. A raíz de algunos juegos alarmantemente frenéticos en las últimas etapas, la final de la Liga de Campeones prometía drama de caja a caja y caos defensivo, pero finalmente se desarrolló exactamente como lo hacen todas las finales de la Liga de Campeones: dos horas de ajedrez humano nervioso y metódico, lo que resultó en la sofocación mecánica de arranque del Bayern de Múnich del Paris Saint-Germain chapado en oro.

El talismán de ese gran mecanismo bávaro era inevitable, al menos para los que siguen el fútbol. Thomas Müller, a pesar de ser atacante ya pesar de no marcar, era central en el plan del Bayern, acosando y mordisqueando al PSG cuando estaba fuera de posesión y tirando y torciendo su defensa cuando su equipo la tenía. Ahora con 30 años, Müller es un emblema del Bayern de Múnich y del éxito casi perpetuo de la selección nacional alemana durante la última década.

También es, como es bien sabido, un poco un enigma futbolístico. Una contradicción de un jugador que parece abrirse camino de manera imposible a través de los juegos, todo codos y rodillas y espinilleras holgadas. Su éxito del fin de semana, siendo un éxito al más puro estilo Thomas Müller, me recordó un artículo en ESPN sobre el gran obstáculo que su torpeza tiende a proponer para un partido de fútbol en particular: según los estándares de la FIFA, uno de los mejores jugadores en uno de los mejores equipos del mundo es, técnicamente, no muy bueno.

Leer más

El pasado domingo, la temporada de fútbol 2019/20, encurtida y zombificada más allá de su vencimiento natural, finalmente llegó a su fin. A raíz de algunos juegos alarmantemente frenéticos en las últimas etapas, la final de la Liga de Campeones prometía drama de caja a caja y caos defensivo, pero finalmente se desarrolló exactamente como lo hacen todas las finales de la Liga de Campeones: dos horas de ajedrez humano nervioso y metódico, resultando en la asfixia mecánica de arranque del Bayern Munich del dorado Paris Saint-Germain. El talismán de ese gran mecanismo bávaro era inevitable, al menos para aquellos que siguen el fútbol. Thomas Müller, a pesar de ser atacante ya pesar de no marcar, era central en el plan del Bayern, acosando y mordisqueando al PSG cuando estaba fuera de posesión y tirando y torciendo su defensa cuando su equipo la tenía. Ahora con 30 años, Müller es un emblema del Bayern de Múnich y del éxito casi perpetuo de la selección nacional alemana durante la última década. También es, como se sabe, un enigma futbolístico. Una contradicción de un jugador que parece abrirse camino de manera imposible a través de los juegos, todo codos y rodillas y espinilleras holgadas. Su éxito del fin de semana, siendo un éxito al más puro estilo Thomas Müller, me recordó un artículo de ESPN sobre el gran obstáculo que su torpeza tiende a plantear para un determinado partido de fútbol: según los estándares de la FIFA, uno de los mejores jugadores en uno de mejores equipos del mundo no es, técnicamente, muy bueno. Leer másEurogamer.net

Difunde el amor
Mostrar más

Artículos Relacionados

Deje un comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada. Las areas obligatorias están marcadas como requeridas *

Volver al botón superior